- Tapa dura: 480 páginas
- Editor: Editorial Planeta; Edición: 1 (3 de noviembre de 2017)
- Colección: Autores Españoles e Iberoamericanos
- Idioma: Español
- ISBN-10: 9788408178941
- ISBN-13: 978-8408178941
"El fuego invisible" es una mezcla de Código Da Vinci y El club Dumas que propone una idea muy interesante y atractiva, con un final potente y un epílogo que mete miedo.
David es el protagonista y el narrador de esta historia. En principio tiene que viajar a Madrid a buscar un libro pero acaba metido en un lío de secretos de esos que amenazan a la humanidad entera, búsquedas ancestrales y tramas de malvados porque él es de los que cuando entra el asesino en casa sube las escaleras en vez de coger la puerta y salir echando leches. Pero como lectores generosos que somos pasamos por alto estas incongruencias como la de confiar a la primera de cambio en cualquiera y nos lo creemos todo para disfrutar de la aventura. La búsqueda del fuego invisible y lo que representa es reclamo suficiente para quedarse pegado a esta novela vuelapáginas.
Y casi al principio viene Javier y se justifica, hace una defensa clara y directa del Código Da Vinci, tal cual, y del fenómeno superventas. A ver, como se suele decir, excusa no pedida, culpabilidad manifiesta y sí, este hombre es culpable de que su libro se parezca un montón al de Brown. Puede ser, porque lo he visto en una ocasión en persona en una presentación y en Cuarto Milenio, que esta novela esté mejor documentada que la del americano pero no lo sé, y ¿sabes qué pasa? que eso me da igual, porque para eso están los ensayos, artículos, enciclopedias y demás.
La historia la cuenta el propio David, es un lenguaje muy directo, con descripciones de los lugares muy detalladas para que se entienda bien el significado de lo que ocurre y de los símbolos porque el libro está lleno de ellos y es de lo que se trata, de buscar el origen de las ideas. Vamos, que dan unas ganas de irse a dar un paseo al Retiro... Y por esa parte la novela me ha gustado y me ha ganado y mucho sobre todo al principio cuando plantea su idea, su razón de ser, de dónde vienen las ideas, la creatividad, y el poder de la literatura. Estos son temas que a los lectores empedernidos y a los que de vez en cuando pretendemos escribir nos ganan por la mano. Son imanes gigantes que nos atrapan.
Hay muchas frases interesantes, aparecen figuras muy importantes de la literatura para apoyar la teoría y obras de arte muy bien contado, así, para que el pueblo llano lo entienda y no se aburra. Y para completar, van apareciendo fotografías y esquemas de los lugares, y de las obras de arte que examinan los protagonistas que consiguen implicar al lector.
En un momento dado la trama se divide en tres hilos narrativos, el principal sigue a cargo del protagonista y los otros dos toman forma de mail, pero mail que es como si fuera la misma narración que el resto, manteniendo el tono y el estilo, por lo tanto seguimos con la primera persona pero tengo que decir que en realidad parece la misma.
Y luego vienen las pegas. Los personajes son de cartón piedra, vale sí, ya sé que en este tipo de novelas no son lo importante y no suelen estar profundamente descritos en cuanto a su psicología y emociones pero hombre, un poquito de carisma, un algo que cause simpatía. Y sí, que qué carisma tiene Langdon, pues ninguna, pero al menos nadie intentó dársela. Ese es el tema, que se mete en relaciones personales que no salen bien porque se construyen como castillos en el aire, hay una relación romántica que no funciona ni a tiros, el típico la veo y me quedo sin respiración y caigo rendido y luego viene el polvo épico que para haberse matado con esa narración. Y aquí es cuando uno se pregunta ¿pero para qué? La novela no lo necesitaba, la trama mística y de búsqueda se sostenía por sí sola y no necesitaba esto que lo único que hace es restar, para mí.
Aun así, esto dura poco, vamos que son pocas páginas y puede pasar. Lo que menos me ha gustado sin duda alguna es lo previsible que es toda la trama de alrededor de la idea principal, está tan cantado que si has leído los dos libros que menciono no te vas a llevar ninguna sorpresa, y había saldos en la tienda de clichés. Me da la sensación de que el autor tiene ideas muy buenas surgidas de esos temas que tanto le apasionan y le gusta investigar pero luego, a la hora de montar una historia, la cosa no va.
Y llegamos al final, un final que me estaba gustando muchísimo, que leí muy emocionada por cómo estaba quedando y resolviendo la propuesta que no era nada fácil. Es el tipo de cosas que se pueden ir de las manos, que crean unas expectativas que a la hora de resolver pueden complicar mucho las cosas. Tengo que decir que Javier Sierra aprueba con nota en este sentido.
Pero, pero, pero. Se acaba el capítulo final, paso una hoja en blanco y ahí está, la palabra maldita, Epílogo. Y tuve un momento de lucidez en el que me dije "no lo leas", mi intuición me lo dijo y no le hice caso, aquí fui yo la que subió las escaleras en vez de escapar por la puerta. Es indescriptible lo que pasa, es como si Mr. Wonderful le escribiera un cuento a una treceañera fan de Crepúsculo. Y ahí lo dejo.
En conclusión, una lectura muy entretenida con una visión interesante, por si te apetece leer algo como el Código pero no ese otra vez, para entretenerte, sin sufrimientos y pasando un buen rato.
PUNTUACIÓN: 2,5/5